“GOOD SONGS NEVER GROW OLD” By DIEGO F. HERNANDEZ Published in Spanish newspaper “LA PROVINCIA” October 14th, 2007 Roger Hodgson doesn't need many things to make a big event of each one of his public appearances. He is far from his golden era but he knows that his past is what supports his current professional life. The songs he wrote with Supertramp don't grow old (his solo career has been just regular, thought everyone of his die-hard fans doesn’t agree with it), are great for his audience and who hears them automatically wonders “why don’t exist bands like Supertramp no longer?” Because, among other things, nowadays nothing is the same than during those glory days. The musical speeches they used to use in the 70s disappeared into the commercial winks that ruled at the end of Supertramp career, when they released Famous Last Words (1982). And though Supertramp was a minor band in the context of modern music, because they were excessively meticulous in a society riddled with decadent hippies, psychedelic and symphonic rock from the 70s, its great legacy, which British keyboardist, guitarist and songwriter offers now, nostalgia apart, is very serious. Hodgson is a sincere guy who doesn’t trick his fans, and he is very close to everyone who loves his music. The show he performed last Sunday to celebrate the tenth anniversary of the Auditorium was highly nostalgic and delicious for the people who discovered in their time albums like Crime Of The Century (1974) or Crisis? What Crisis? (1975). Hodgson lives off wisely from an unrepeatable past. It was a concert plenty of tributes, to the audience and to himself. He reviewed his best pieces with Supertramp and offered some carefully touches from his solo albums like Open The Door (2000) that didn’t alter the guidelines he chose for his second show of the weekend in the Canary Islands. It was like watching his best work of the last years, the DVD Take the Long Way Home - Live in Montreal (2006), just changing his speeches. Just like yesterday, with less grey hair and more voice (his voice doesn’t creak with the years) and naked from the artifices that a band provides, Hodgson needed just one musician, Aaron McDonald, who was able to replace Rick Davies and John A. Helliwell, playing piano, sax, flute and harmonica, to trace a set list that paid tribute to the good old times. And the audience was about to jump from their seats with every known chord. He was generous and close to every member of the audience, continuously thanking for their devotion and participation, clapping, standing on their feet and cheering. He started with Take The Long Way Home and, when the sold-out audience went crazy, played Give A Little Bit. That guitar strumming will be in our heads many weeks. From then on and during two hours he did all the people waited for, like if it was a sort of ritual to the best memory of Supertramp, with Hodgson saying many comments about his happiness for performing in the Canary Islands at last. He played Hide In Your Shell, Keep The Pigeons Warm (a new song, very Hodgson styled), Easy Does It (with a chorus of whistles), Sister Moonshine, The Logical Song ("a good song, eh?" said Hodgson after its tremendous ovation), Along Came Mary, The More I Look, Child Of Vision, Lord Is It Mine, The Meaning, Even In The Quietest Moments, Dreamer, and It´s Raining Again, before returning to stage with the impressive rendition of School and a second playing of Give a Little Bit. We couldn’t ask him anything else, just “why did you wait so long to play here?" From: LaProvincia.es - Diario de las Palmas Artista: Roger Hodgson. | Músicos: Roger Hodgson: voz, guitarra acústica, teclados y piano; Aaron McDonald: saxo, flauta, piano y coros. Lugar: Auditorio Alfredo Kraus, Las Palmas de Gran Canaria. | Día: 14 de octubre de 2007. DIEGO F. HERNÁNDEZ A Roger Hodgson le basta bien poco para que sus apariciones públicas sean todo un acontecimiento. Lejos de su época, pero consciente de que su pasado es lo que sostiene su vida profesional en el presente. Las canciones que hizo con Supertramp (su carrera en solitario ha sido un continuo bastante regular, aunque sus acérrimos seguidores dirán lo contrario) son grandes entre su público, no envejecen, y basta con agitar con acierto el repertorio para que cualquier espectador se pregunte ¿por qué ya no hay grupos como Supertramp? Pues, porque entre otras cosas, nada es igual que en sus años de gloria, y los discursos musicales de los años 70, al menos en este caso, se extinguieron sumidos en la comercialidad que mandaba en los últimos coletazos de su carrera, en los años de Famous last words (1982). Y aunque Supertramp sea una banda menor en el contexto de la música moderna, por aquello de ser excesivamente pulcros en una sociedad regada de hippismo decadente, psicodelia y el sinfonismo excesivo del rock de los 70, su gran repertorio, como el que trajo el teclista, guitarrista y compositor británico, es cosa seria, nostalgias aparte. Hodgson es un tipo sincero con lo que hace, que no vende humo porque no sabe cómo se hace, y cercano con la gente que continúa venerando cada acorde suyo. El concierto que ofreció el pasado domingo en el Auditorio, dentro de la programación del décimo aniversario, fue tremendamente nostálgico, exquisito para quienes descubrieron en tiempo real discos como Crime of the Century (1974) o Crisis? What Crisis? (1975), porque Hodgson vive sabiamente en directo de las rentas de un pasado seguramente irrepetible. Fue un concierto generoso de homenajes (a él mismo y al público), repaso a sus mejores piezas con Supertramp y pinceladas muy cuidadas de discos en solitario como Open the Door (2000) que no alteraron la pauta escogida por el inglés para la sala sinfónica en el segundo de los conciertos que daba el fin de semana en Canarias. En la práctica, fue como tener en frente la puesta en directo del mejor trabajo que ha parido Hodgson en los últimos años: el DVD Take the Long Way Home - Live in Montreal (2006). Eso sí, con los diálogos cambiados. Como si fuera ayer, con menos canas y más voz (la suya no parece chirriar con los años) y desnudo de los artificios que proporciona una banda, Hodgson no necesitó más que un músico de acompañamiento, Aaron McDonald, capaz de emular a Rick Davies y John A. Helliwell, doblando al piano, saxo, flauta y armónica, para clavar el repertorio de homenaje a los buenos tiempos. Y al público, por supuesto, al que poco le faltaba para saltar espoleado de su butaca a cada acorde conocido. Generoso, cercano a cada espectador, al que agradecía continuamente su devoción, participación y entrega (palmas colectivas, gente en pie y gritos de grada curva), empezó clavando al piano Take the Long Way Home para entre delirios de un aforo al completo entrar con Give a Little Bit. Ese riff de guitarra tardará semanas en salir de la cabeza. A partir de ahí y durante dos horas hizo lo que todos aguardaban, casi como un ritual a la mejor memoria de Supertramp que Hodgson se encargaba de enhebrar con comentarios sobre lo contento que estaba por cantar de una vez en Canarias. Hide in Your Shell, Keep the Pigeons Warm (tema nuevo, por cierto, muy en su estilo), Easy Does It (con silbos a coro), Sister Moonshine, The Logical Song ("una buena canción, ¡eh!" decía Hodgson tras la tremenda ovación), Along Came Mary, The More I Look, Child of Vision, Lord, is It Mine, The Meaning, Even in the Quietest Moments, Dreamer, e It´s Raining Again para volver a salir a escena con la impresionante lectura que hizo de School y nuevamente Give a Little Bit. Poco más se le pudo pedir, salvo que tardara tantos años en venir a cantar por aquí. |