ROGER HODGSON EN VALLADOLID Por FERNANDO CONDE 5 de Octubre de 2009 La música te transporta en ocasiones a lugares del sentimiento que son difíciles de atrapar en la palabra. Eso -o algo similar- es lo que le sucedió ayer a la gente que asistía al recital que Roger Hogdson, el mítico vocalista de Supertramp, en perfecta comunión con la Orquesta Sinfónica de Castilla y León -a la que hay que echar de comer aparte- dio ayer en el auditorio Miguel Delibes de Valladolid.
Decir que fue impresionante sería hacer de menos a una sensación última que parecía asegurarte que cosas así vas a vivirlas pocas veces en la vida. Había algo de nuevo en todas aquellas viejas canciones que han viajado de la cassette al CD sin perder ni un ápice de calidad y permanencia. Contemplar cómo la música de Supertramp, casi toda, parece compuesta para una orquesta sinfónica, no es decir demasiado ni descubrir ninguna América. Aunque lo de ayer rozara el paroxismo.
Bien es cierto que el público que asistió al concierto era un público con la bandera blanca enarbolada desde el mismo momento en que el viejo Hogdson, con su fina melena rubia, su camisa blanca y su aire de indio navajo, salió a escena. En ese momento todo los allí presentes le mostramos nuestra carta de rendición ante lo que suponíamos que iba a llegar... y llegó.
Todo empezó con "Take the long way home". Al terminar, los primeros fanáticos saltaron de su asiento para ovacionar al tío de la guitarra, al señor del piano, al chaval de los teclados, al músico de la voz infinita y atiplada. Luego "Give a little bit" y ahí empezó el frenesí. Supo meterse a todo el mundo en el bolsillo. Invitó al auditorio a silbar una breve canción a coro y desgranó algunas de las mejores canciones de la historia de la música actual; que, además, son suyas: "The logical song", "Even in the quietest moments", "Dreamer", etc.
Hasta que llegó una de las que todos esperábamos. Cuando los primeros acordes, lentos, lejanos, leves de la "Fool's overture" empezaron a sonar, la gente ya tenía las manos destrozadas de aplaudir. El final de la obertura fue de película, con Hogdson recibiendo la batuta de manos del maestro Alejandro Posada -un auténtico crack dirigiendo- para dar el "se finito" a la orquesta. Grandioso.
De ahí a los bises y a una última composición que se había echado en falta y que, hábilmente, el ex supertramper había dejado para los postres. Con un "It's raining again" coreado, cantado, aplaudido y bailado por todos los asistentes -hasta las azafatas perdieron su hierática compostura, contagiadas por el ambiente brutal- se cerró una noche en la que una orquesta magnífica dio luz a la música clásica de un enorme compositor moderno: Roger Hodgson. By FERNANDO CONDE October 5, 2009 English translation by Abel Fuentes
Sometimes music leads you to some place in your feelings that is very hard to explain in words. That -or something like that- is what happened yesterday to the people who attended the show Roger Hodgson, legendary vocalist of Supertramp, perfectly paired up with the Symphony Orchestra of Castilla y León -which deserves an own comment- played at Auditorio Miguel Delibes in Valladolid.
Saying that it was an amazing show would be underestimating a last feeling that seems to assure you that you will live through very few things like this in your life. There was something new in those old songs that travelled from the tape to the CD without losing a bit of quality and relevance. Seeing how Supertramp music seems to have been written for a symphony orchestra is not saying a lot and not discovering America, though this concert was out of this world.
It’s true that the people who attended the show were people devoted to the old Hodgson since the moment he went on stage with his fair long hair, his white shirt and his Indian look. Then all the present people showed him our surrender letter before what we supposed was going to come… and came.
Everything started with "Take the long way home". At the end of the song, the first fans jumped from their seats to give an ovation to the guitar guy, the piano man, the keyboards boy, the infinite and high-pitched voice musician. Then “Give a little bit” came and the frenzy showed up. He invited the audience to whistle a short piece with him and reviewed some of the best songs of current music, which are written by him: "The logical song", "Even in the quietest moments", "Dreamer", etc.
Until the song all of us were waiting for arrived. When the first, slow, far, slight chords of "Fool's overture" started to sound, the people had their hands ruined for clapping. The end of the overture was unforgettable, with Hodgson receiving the baton from maestro Alejandro Posada -what a great conductor- to give the “se finito” to the orchestra. Wonderful.
Then the encores came and a long waited song the ex supertramper had left for the end was performed. "It's raining again" was sung, clapped and danced by all the audience -even the hostesses lost their usual composure, spread by the huge atmosphere-, and it closed a night when a splendid orchestra gave its light to the classic music by a enormous modern composer: Roger Hodgson. |