Viaje al pasado de la mano de Roger Hodgson El ex vocalista de Supertramp levantó los ánimos con temas que tienen 30 años Es cierto. No estuvo presente el tradicional saludo que Supertramp ofrecía en cada uno de sus conciertos y que se popularizó con sus grandes presentaciones en París. Pero la verdad esa que el "Bonsoir! Et bienvenue à une soirée avec Supertramp (Buenas noches y bienvenidos a una noche con Supertramp)" poco importó ante lo que Roger Hodgson trajo consigo a Venezuela. El músico inglés se volvió a dar cita con su público criollo a poco más de un año de su último show en el país. Las concurridas gradas del anfiteatro del centro comercial Sambil no dejaron dudas de que se trataba de un público hambriento de ver a su ídolo, en especial cuando el único intento de Supertramp por presentarse en el país se vio truncado por el Viernes Negro de 1983. Hodgson se apersonó en el escenario con una holgada camisa blanca, pantalón negro y chaleco, para regalar su música. Lo importante para él parecía hacer de este encuentro algo informal. No podía ser de otra manera. Se embolsilló al público desde el primer tema: Take the long way home. Desde ese momento nadie sintió la ausencia de Rick Davies, la otra mitad de Supertramp que se despidió de Hodgson en 1983. Éxitos de ayer como Give a little bit y Hidden in your shell se sumaron a temas nuevos como Lovers in the wind y Lady. Entre canción y canción el artista conversó con el público y les dejó saber lo contento que estaba de regresar a esta tierra. Pasando del teclado al piano o la guitarra, el cantante y compositor dejó sonar las notas de Teach me to love again, Easy does it, Sister Moonshine y Soapbox Opera. Pero fue Breakfast in America la canción que consiguió levantar a los asistentes de sus asientos, en especial por el cambio en la letra que hizo Hodgson para incluir la palabra Venezuela. Sin mayor asistencia vocal en los coros que la del nuevo tecladista de la banda, Hodgson entonó Along came Mary y la emblemática The logical song con la misma calidad que lo hace desde hace más de 30 años, una de sus favoritas confesó. Bromeó entonces el artista y explicó que no todos los temas de Supertramp eran de su autoría, y que por ello no podría complacer las peticiones de oír Rudy, pues era creación de su ex compañero Rick Davies. La voz intacta en sus agudos más severos se dispuso a cantar entonces Lord is it mine, The awakening y Don't leave me now. Una de las grandes canciones de la banda, Dreamer, generó el frenesí de los asistentes que no dejaron de aplaudir y corear el tema durante su ejecución. Fool's overture, quizás de los temas más experimentales, no quedó por fuera del repertorio y cerró la noche. La ovación de pie ofrecida por el auditorio retornó a la banda al escenario para tocar School, solicitada a gritos desde las gradas. It's raining again fue la guinda del helado para el delirio de los fanáticos en una velada con buen sonido y los mejores recuerdos. Roberto Rodríguez M. EL UNIVERSAL |